El robo a mano armada, último recurso para un número creciente de libaneses hambrientos

En una calle oscura de Beirut un hombre que se desplaza en moto y está armado con un cuchillo intercepta a un peatón. «No digas ni una palabra no estoy aquí para hacerte daño, quiero dinero o que me acompañes a una tienda de comestibles. Mis hijos lloran de hambre», confiesa.
Una escena cotidiana en Líbano donde la hecatombe financiera ha provocado un empobrecimiento preocupante.
Zakaria al Omar, de 37 años, recuerda las palabras exactas del motociclista que lo interceptó en el barrio de Hamra. Recuerda que le dio dinero al atracador, que comenzó a irse, hasta que de improviso volvió sobre sus pasos.
«Me asusté mucho. Pero él empezó a llorar y a disculparse diciendo que no era un ladrón, pero que tenía hambre y sus hijos también. Le dije que lo perdonaba y se fue», relató Zakaria a la AFP.
FUENTE AFP