Las acusaciones de abuso sexual sistémico se están extendiendo a través del ejército de Estados Unidos mientras los miembros del servicio militar hablan después de la muerte de Vanessa Guillén. Me agredieron violentamente, y es hora de que los militares se enfrenten al escrutinio. Aún no tenía 20 años cuando a los ojos de un joven adulto mi vida estaba arruinada. Yo era un soldado apenas fuera del entrenamiento básico cuando, durante mi Entrenamiento Individual Avanzado (AIT) en Fort Meade, fui violada por un compañero de clase. Sucedió fuera de la base en un hotel que un grupo grande de nosotros visitaría durante el fin de semana para escapar de los confines de los cuarteles.
En una de esas noches, estaba sola en una habitación. Había traído mi Xbox 360 y Fallout 3 y se suponía que iba a ser una escapada tranquila de fin de semana. Compañeros de servicio estaban pasando el rato fuera o en sus propias habitaciones, y en un momento dado me fui a hacer una aparición. Abrir esa puerta es el mayor error de mi vida. ¿Por qué abrí esa puerta f**king? Todo mi objetivo había sido estar solo y jugar. Debería haberme ceñido a mi plan.
No voy a entrar en detalles vívidos, pero esa noche fui violada y fue violento, doloroso, y me puso en un camino de miedo y vergüenza que resultó en una hospitalización en Walter Reed que duró más de un año, y que me vio hacer muchos intentos en mi vida. Uno de esos intentos me llevó a una UCI durante casi una semana después de que me tragué una botella entera de Zyprexa. También llevo cicatrices en mi muñeca derecha donde corto a través de la piel hasta mi vena. Nunca sacudiré la imagen de ese primer chorro de sangre. Literalmente golpeó el techo.
FUENTE RT