En nuestra entrega pasada, concluíamos diciendo que el proceso de pago con tarjetas bancarias lleva muchos años siendo perfeccionado y que los comercios y sus clientes confían en que el dinero llegará a su destino.
Pero la realidad es que el dinero se queda tranquilo en una bóveda bancaria, y lo que ocurre es que se envía una instrucción de pago que queda registrada en un libro contable.
Esa operación contable es la que da fe de que la propiedad de una determinada suma de dinero cambió de manos. Igual ocurre con las transferencias y pagos instantáneos tan en boga hoy en día.
Debes pagar un servicio recibido y, usando el Internet banking de tu banco, o un App bancario o de una Fintech autorizada, envías a la cuenta del receptor el monto adeudado. Esta persona, revisa en su cuenta o en su App y ve que, efectivamente, en su balance está lo que le pagaste, ni un centavo menos.
De hecho, hasta puede ir a un cajero y retirar esa cantidad, en efectivo. En este caso, los sistemas que intervienen en la transferencia (el del banco o Fintech, el que transmite el mensaje del sistema del pagador al del receptor, y el del banco o Fintech de este último) validan en segundos que la operación es legítima y restan el monto de tu cuenta y lo acreditan a la cuenta de la persona a quien lo enviaste.
FUENTE LISTIN DIARIO