Archivo de la categoría: Juntos en el Arca

El Cielo y las Estrellas: En Invierno

   En invierno el cielo estrellado muestra completa la constelación de León. A la izquierda parece la caballera de Berenice, y a la derecha, Hidra y el Sextante. Hacia el cenit se ve la constelación del Cáncer, con el cúmulo de Praesepe. Al sur se encuentra la mayor concentración: en dirección al cenit, es fácil identificar la constelación de Orión, el “cazador de invierno”, con sus dos espléndidas estrellasBetelgeuse, y Bellatrix. La más brillante, Rigel, está al extremo del conjunto. A la derecha de Orión esta Aldebarán de Toro, y junto a ésta Las Híades. Más arriba encontramos las Pléyades.

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El Cielo y las Estrellas: En Otoño

  En el cielo otoñal se empiezan a ver las constelaciones del invierno.

   Al este, por encima del horizonte, son visibles Cástor y Póllux, las dos estrellas de la constelación de Géminis. Más arriba se ve Aldebarán, de la constelación de Toro, y junto a ésta, las constelaciones de Eridano, Ballena, Taller del Escultor, Pez Austral, Acuario y Capricornio. En dirección al cenit se encuentra Pegaso: que toma el nombre del mítico caballo alado engendrado por Medusa y Poseidón.

   Más al sur se encuentra la constelación de Aries y desplazada hacia el meridiano, la de Piscis.

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El Cielo y las estrellas: En Verano

En el cielo estival no es difícil reconocer, hacia el este la constelación de Pegaso, Junta a ésta, a su izquierda, está Andrómeda, Al sur de Pegaso, en el horizonte del sudeste, veremos las débiles luces de las estrellas de Acuario.

 A continuación aparecen Capricornio y más al centro el Caballo Menor. Ligeramnte desplazado hacia el norte está el Lagarto.

   Al sur, la estrella más brillante es Altair, de la constelación del Águila, a las que están unidas las pequeñas constelaciones de la Flecha, del Delfin y de la Zorra. También puede verse la constelación del Cisne, con su estrella Deneb. Esta constelación también se llama Cruz del Norte, porque forma una cruz con dos enormes brazos.

  Con un poco de atención puede distinguirse una franja de color blanquecino que se extiende hasta el horizonte: se trata de la Vía Láctea. Baja en el horizonte y sigue la constelación de Sagitario, a la que sigue la del Escorpión, con su magnífica estrella Antares.

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El Cielo y las Estrellas: En Primavera

Observando el cielo en una noche clara de primavera, podemos ver una multitud de brillantes estrellas.  Dirigiendo la mirada hacia el nordeste, se viera la constelación del Cisne, con la fulgurante Deneb, algo más abajo se verá la constelación de la Lira, en cuyo extremo está Vega, muy luminosa; cerca del muestra todo su esplendor Arturo, de la constelación de Boyero, fácilmente reconocible por su color anaranjado. Al este de Arturo se ven las constelaciones de Hércules y de la Corona Boreal, con la estrella Gemma en su entro. Al sureste puede identificarse la constelación de Libra y de Ofiuco.

  Hacia el sur puede observarse la constelación de Leoncon Régulo, su astro más brillante y la constelaión de Virgo, en la que se destaca Spica, una estrella de color azul blanquecino. En el medio de la constelación de Boyero está la Caballera de Berenice. En el extremo sur puede verse las tres constelaciones Hidra, con la luminosísima  Alfard Cuervo y Perros de Caza. Al Oeste destcan las constelaciones de Cáncer y de Lince. En algunas noches de gran visibilidad entre estas dos conselaciones se distinguen el cúmulo del Praesepe, le siguen las estrellas Cástor y Póllux, o sea, la estrella de Geminis, Proyon, , del Can Mayor, y Betelegeuse, en el último extremo de Orión, todavía visible. Más al norte de Orión está Aldebarán de la constelación del Toro.

  Finalmente al noroeste, al lado de Toro, está la constelación de Perseo, con la bellísima estrella Algol, la del Cochero (más abajo) con Capella, un astro particularmente brillante, y la Jirafa.

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Los transportes públicos

A partir del Siglo XVIII, quien tenía el deseo de viajar pero no era lo suficientemente rico para poseer un medio privado de transporte, podía utilizar la diligencia,un gran carruaje de cuatro ruedas arrastrado por cuatro o seis caballos.

   Con las diligencias, a veces lentas y a veces poco seguras, puede hablarse con propiedad de medio de transporte público: en efecto, estos carruajes prestaban su servicio con regularidad, ateniéndose a un horario- aunque no poseían la exactitud y la puntualidad que hoy exigimos de un medio público-; y quienes lo utilizaban disponían de un sistema de estaciones de descanso y de servicios.

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Puentes y Túneles

El hombre ha tenido que enfrentarse al problema de superar barrera y obstáculos naturales – corrientes de agua, depresiones del terreno, montañas- a los que, luego se han añadido los artefactos de su propio ingenio, como las carreteras o las vías férreas.  Antiguamente los primeros caminos y carreteras rodeaban cuanto era posible cualquier tipo de obstáculo, eligiendo cuidadosamente terrenos y trazados que presentase el menor número de dificultades, a costar de alargar y hacer tortuosos los recorridos. Con el progreso de la tecnología de la construcción se fueron adoptando soluciones que permitieron resolver este problema.  Como norma general se denomina puente una construcción que cruza sobre una corriente de agua; viaducto, una que supera una hondonada, y paso elevado, un viaducto que atraviesa una carretera o una vía férrea.

     Los primeros puentes consistieron, probablemente, en troncos de árboles que se hallaban casualmente atravesando sobre una corriente de agua, o se colocaban así expresamente para poder cruzarla. Se supone que los primeros puentes fabricados con lianas y otras fibras vegetales, todavía utilizados por algunos pueblos primitivos, fueron las primeras obras realizadas para superar ríos y torrentes. Los babilonios, los chinos y los griegos perfeccionaron el arte de construir puentes duraderos y sólidos, pero fueron los romanos quienes dominaban la construcción de carreteras, los maestros por excelencia en este arte.

   Durante la Edad Media y el Renacimiento el arte de construir puentes se conservó y en los últimos siglos, esta técnica ha realizado grandes progresos. Los puentes pueden tener estructuras varias; los hay colgantes de vigas de celosía, de arcada, giratorios, corredizos y flotantes. Los materiales con que se construyen son también muy variados: al hierro, cemento armado y hormigón, usados tradicionalmente, se han añadido materiales nuevos sintéticos que son, a la vez, relativamente ligeros y extraordinariamente resistentes.

    Otro gran problema de los medios de transporte lo constituyó la superación de barreras que representaban las montañas. Para que un vehículo recorra  un trecho de pendiente pronunciada es necesario que la fuerza motriz desarrolle un esfuerzo de tracción elevado que, de todos modos, a partir de una cierta pendiente se hace insuficiente, ya que las ruedas tienden a patinar. La solución definitiva a este problema se halló en el Siglo XIX, cuando se tomó la decisión de perforar las montañas y hacer que los trenes transitaran así por las galerías  así construidas.  Se trataba de obras de una gran complejidad, que requirieron un esfuerzo extraordinario. En 1854 se inauguró el primer túnel ferroviario importante – el de Semmering, en Austria, con una longitud poco más de 1,400 m y situado en la línea Viena-Tieste- al que siguieron otros muchos. En Italia, en 1906s e inauguró el túnel del Simplón, con casi 20 km de longitud.

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La Hipótesis de Avogadro

Para llegar a una definición general y exhaustiva de la molécula fueron necesarios los esfuerzos de numerosos científicos, cuya actividad se desarrolló a lo largo de la primera mitad del Siglo XIX. En aquella época era difícil aceptar que los átomos de elementos iguales pudieran y reaccionar entre sí para dar las moléculas. En realidad, no pocas reacciones químicas, especialmente las que tenían en fase gaseosa, daban resultados que se contradecían con las concepciones dominantes en aquella época. Fue Amedeo Avogadro quien aclaró de un modo ejemplar la dificultad de interpretación de estas aparentes contradicciones a partir del supuesto (ley de Avogadro), según el cual volúmenes iguales de gases diferentes, a igualdad de condiciones de presión y de temperatura, contienen el mismo número de partículas, independientemente de que sean átomos o moléculas.   Si tomamos como ejemplo el hidrógeno y el cloro, se sabe que estos dos gases se combinan entre sí para formar un tercer gas, el ácido clorhídrico.

  Estos átomos se unen para formar moléculas de ácido clorhídrico. Simplificando si partimos de 100 átomos de hidrógeno y de 100 átomos de cloro, esto es de un total de 200 partículas, tenemos en la relación se forman 100 moléculas de ácido clorhídrico. Según ello tendríamos que 1 volumen de hidrógeno y 1 volumen de cloro (2 volúmenes en total), a igualdad de condiciones de presión y temperatura dan un único volumen de ácido clorhídrico.

  Con una intuición feliz, Avogadro, sostuvo que, en realidad el hidrógeno y el cloro existían bajo condiciones de moléculas compuestas cada una por dos átomos de elemento. En la reacción considerada, los 100 átomos de hidrógeno y los 100 átomos de cloro bajo la forma de 50 moléculas de hidrógeno y 50 moléculas de cloro, para un total de 100 moléculas.

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La aplicación de la Química en el Mundo Antiguo

 La aplicación de la Química en el Mundo Antiguo

  La aplicación de la Química en el Mundo Antiguo. Los pueblos que habitaban  en estas regiones poseían, ya en el IV milenio A.C. una sorprendente variedad de conocimientos tecnológicos, gracias a los cuales elaboraban tejidos, materiales cerámicos y metales.

   Hacia el 2,000 A.C. en los altiplanos armenios e iraníes se obtuvo por primera vez, trabajándolo al rojo vivo, hierro no ya esponjosos sino soldado en una pieza única. Sin embargo, el cobre  y del broce, además, se requerían una elaboración más delicada, y una mayor cantidad de combustible.

  Siglos más tarde, los calibeos, súbitos de los hititas, hicieron el descubrimiento decisivo; después de martillar y calentar el hierro dulce y de sumergirlo en agua fría, obtuvieron un hierro de dureza muy superior a la del bronce, determinada al penetrar el carbono formado durante la combustión en el interior de la masa de hierro, que de este modo se transformó en acero.

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Las ecuaciones químicas

  De lo dicho hasta ahora es posible yuxtaponer varias fórmulas químicas que describa una reacción dada, esto es, la transformación química de las sustancias que en ellas participan para formar otras sustancias, teniendo en cuenta que la reacción no modifica el número total de los átomos de los compuestos presentes, sino que tiene lugar según la ley de la conservación de la masa de Lavoisier.

   Estas reacciones químicas son reacciones esquemáticas de las reacciones para plantearlas correctamente y resolverla hay que controlar necesariamente la composición química tanto de las sustancias que reaccionan transformándose como de las que se forman.  En particular el primer miembro, es decir, el de la izquierda, comprende las fórmulas de los compuestos de partida que deben reaccionar, mientras que el segundo miembro, eld e la derecha, que está separado del primero por una flecha o por el signo de igual, incluyen la fórmula de los compuestos que se forman.

   Aclaremos el concepto con este ejemplo: en un vaso de vidrio resistente preparamos una solución acuosa de sulfato de cobre (CuSO4), de color azul, y sumergimos en esta una barrita bien pulida de peso conocida Cinc (Zn), metal gris claro y brillante.

    Transcurrido un cierto tiempo, constataremos que la solución se ha vuelto incolora y que sobre la barrita se ha formado un depósito sumamente granulosos, que brilla aquí y allá, característico del cobre. Si evaporamos la solución para eliminar el agua, obtendremos un depósito cristalino constituido por sulfato de cinc. (ZnSO4). En leguaje químico, este fenómeno se representa con la siguiente ecuación:

Zn+CuSO4򾯫 ZNSO4+Cu

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El concepto de Mol y Número de Avogadro

Una sustancia cualquiera está formada por un enorme número de átomos y moléculas.

   Un átomo y una molécula individual tienen una masa extraordinariamente pequeña; por consiguiente una cantidad incluso mínima de una sustancia cualquiera está formada por un enorme número de átomos y moléculas.

  Dado que resultaba impensable operar con átomos aislados o con moléculas individuales, se decidió asumir como unidad de medida ponerle un peso suficientemente grande que permitiera una ágil actuación a todos los que operan en el sector y, a la vez, una reducción del riesgo de error en los cálculos cuantitativos de los fenómenos químicos.

    Naturalmente se trata de un peso relativo (sería más correcto decir una masa relativa), es decir, calculado con respecto a un elemento de comparación al que se le atribuye un peso atómico (masa atómica) unitario.

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